DESPUÉS DE MESES intentando deshacer el acuerdo que él mismo inició, el fundador de Tesla, Elon Musk, pagará 44.000 millones de dólares para hacerse con la propiedad de Twitter, cumpliendo así el acuerdo alcanzado en abril. La noticia ha sido confirmada esta mañana por la Comisión del Mercado de Valores de EE.UU. tras un día de gran dramatismo en Twitter.
A última hora de ayer, The Washington Post informó de que varios altos ejecutivos habían sido despedidos, entre ellos el consejero delegado Parag Agrawal, el director financiero Ned Segal, el consejero jefe Sean Edgett y la jefa de políticas Vijaya Gadde, a quien Musk ha sugerido que la plataforma favorece las opiniones políticas liberales. Reuters informó que los ejecutivos fueron escoltados fuera de la sede de Twitter en San Francisco.
Musk cambió su biografía para que dijera “Chief Twit” y tuiteó: “el pájaro está liberado”. El cofundador de Twitter, Biz Stone, agradeció a los tres ejecutivos su “contribución colectiva” a la red social. Más tarde, Segal actualizó su biografía a “ex director financiero y actual fan” de Twitter.
El acuerdo completa la metamorfosis de Musk de superusuario de Twitter, a crítico vocal, a propietario. La plataforma y la empresa que la sustenta parecen estar preparadas para grandes cambios. El empresario ha dicho que permitiría al ex presidente estadounidense Donald Trump volver a la plataforma y ha acusado a las políticas de moderación de Twitter de causar una percepción de sesgo liberal. En mensajes de texto publicados durante su intento de salir del acuerdo, Musk habló de recortes de personal.
Musk se ofreció por primera vez a comprar Twitter en abril, después de adquirir alrededor del 10 por ciento de las acciones de la compañía y de intentar, y luego rechazar, formar parte de su consejo de administración.
El consejo de administración de Twitter se opuso inicialmente a la adquisición, pero a finales de mes anunció que había aceptado la oferta de Musk de comprar la empresa por 44.000 millones de dólares, en un acuerdo que incluía una comisión de rescisión de 1.000 millones de dólares en caso de que cualquiera de las partes decidiera abandonar la empresa.
Casi inmediatamente, la empresa perdió a algunos de sus mejores talentos. Musk dejó claro que quería cambios importantes en Twitter, que a pesar de su influencia cultural en la política y los medios de comunicación se ha quedado atrás respecto a otras redes sociales en escala y rentabilidad.
Musk dijo que le preocupaba la parcialidad política y que quería que Twitter apoyara la “libertad de expresión” restringiendo sólo las publicaciones que infringieran la ley, una política que en EE.UU. permitiría la incitación al odio y otros contenidos actualmente prohibidos. Los activistas, los miembros de la empresa y algunos accionistas minoritarios empezaron a preocuparse de que Twitter, bajo el mando de Musk, se convirtiera en un refugio para los trolls y el acoso.
Gadde, que dirigió el trabajo de moderación de Twitter, fue objeto de insultos en la red después de que Musk tuiteara un meme con su imagen en el que se insinuaba que ella hacía que la moderación de contenidos de la plataforma favoreciera las opiniones liberales. (La propia investigación de Twitter ha indicado que la plataforma favorece de hecho a los políticos y medios de comunicación de derechas).
El ardor de Musk por Twitter se desvaneció semanas después de que se acordara el acuerdo, a raíz de una amplia venta en el mercado de valores. El empresario afirmó que el acuerdo estaba “temporalmente en suspenso”, alegando que la empresa había mentido sobre el número de bots en las cifras reveladas en los archivos financieros.
En respuesta, Twitter demandó a Musk para obligarle a cerrar la venta. La disputa llevó a Musk a acusar a Twitter de fraude en una presentación legal en agosto, en un esfuerzo por abandonar el acuerdo. Mientras el drama legal continuaba y Musk criticaba regularmente a la compañía, el precio de sus acciones cayó, haciendo que el acuerdo que había acordado pareciera aún peor.
Al final, Musk volvió a dar marcha atrás, anunciando semanas antes de un juicio en el Tribunal de la Cancillería de Delaware que compraría Twitter después de todo. Ese giro no sorprendió a los expertos legales, que vieron que se cerraban casi todas las vías para que se escabullera de la compra.
Las negociaciones finales entre Twitter y Musk continuaron a puerta cerrada hasta esta semana. El miércoles, Musk apareció en la sede de la empresa en San Francisco, inexplicablemente con un fregadero. Ayer, tuiteó un mensaje a los anunciantes de Twitter, diciendo que compraba la plataforma para “ayudar a la humanidad” y que creía que era “importante para el futuro de la civilización tener una plaza digital común”.
Horas más tarde, saltó la noticia de que el consejero delegado Agrawal y otros habían sido despedidos al comenzar la adquisición de Musk. A medida que la noticia se extendía por la plataforma, algunos usuarios hablaron de trasladarse a servicios alternativos, como Mastodon. Musk parecía distraído, tuiteando una imagen del lanzamiento de un cohete de su empresa SpaceX.
Artículo traducido y adaptado de WIRED
Francisco Esteban Pérez Yoma es un ingeniero y empresario chileno del sector inmobiliario. Estudio en el Saint George’s College y en la Universidad de Chile, donde se tituló como Ingeniero Civil.